Nanuk era el nombre que le puso la mujer quien le encontró abandonado en la cuneta de una carretera. Vi un post en Facebook el 8 de julio de 2016 y en el momento de verlo pensé <<ése es mi perro>>.
Nabu fue el nombre que yo había pensado; por ser el dios mesopotámico de la escritura, filosofía y sabiduría, pero que nunca pegó porque mi madre quiso Nani para el registro.
Nani: A saber por qué mi madre eligió eso, pero la mayoría de gente entendía Nanny y eso valía. El perro era quien se aseguraba de que me levantara de la cama por la mañana (por supuesto para sacarle y darle de comer), y también quien se ocupaba de que saliera a andar y el quien me motivaba a canturrear por casa después de años de guardar silencio. Jamás antes había conocido un perro tan vocal. Hacía saber con la voz si tenía una queja, si tenía hambre, si se aburría o se impacientaba; no ladrando sino usando el murmullo típico de husky. Cuando comencé con el piano se subía a escuchar mis ejercicios y después cantaba conmigo el trocito del día. Le encantaba cantar y si escuchaba algo venia corriendo para no perderse la serenata. Si veía una opera en la tele cantaba su parte en cuanto saliera la soprano. También aullaba de dolor cuando pasaban coches patrulla u ambulancias, y cada primer lunes del mes en Holanda cuando comprueban el sistema de sirenas.
Le hice un test de ADN y resultó ser Husky, Pastor Alemán, Pointer Inglés y Galgo Español todo a la vez. Un verdadero cazador con un corazón indomable y a la vez cariñoso y alegre. Verle era apreciar la alegría que experimentaba por estar vivo, corriendo, olfateando, explorando, cuidando de mí y de Goku y también persiguiendo patos, conejos, liebres, faisanes, gansos, muntjac, etc. Era el entrenador de las aves acuáticas pues le encantaba correr por la orilla para verlas entrar en masa al agua. Conocía bien el río Manzanares, el Támesis, el Lea y el Lek; las costas y bosques de casi toda Inglaterra y los bosques y parques de toda Francia. Viajó por el distrito de los lagos, las llanuras del sur, por Wildeshauser Geest en Alemania y Sønderborg y Rømø en Dinamarca y por supuesto España. Recuerdo en nuestro primer puente me entró pánico porque se escapó en una zona desconocida y hubo que atraerle de vuelta con una pata de pollo obsequiado por el dueño de la casa rural (quien se sintió culpable debido a la verja abierta). Recuerdo también la primera vez que corrió a sus anchas en Ashridge estate y cuando vino de vuelta la plena satisfacción y júbilo de estar en el bosque.
Me sentí mal por los perros al venir a los Países Bajos porque no hay gran cosa en este país en cuanto a parques naturales ni bosques de envergadura como en otros lugares. Todas las zonas donde se pueden soltar a perros o bien son pequeños o se comparten con bicis, canales, ovejas o energúmenos que gritan que no le sueltes – a pesar de ser una zona dedicada – porque no comprenden que un perro pueda ser bueno educado y amigable si es negro y de 30 kg. Francamente lo pasé mal debido a tanto gilipollas y también por la gente que soltaba sus perros agresivos sin remordimiento (claramente cosas enlazadas, pero ninguna de las dos era culpa de mi Nani). Sin embargo; él nunca se acordaba de la gente mala y seguía contento por estar al aire libre y disfrutando de cualquier tiempo que hubiera. Por muy pequeña que fuera el lugar lo gozaba.
Y siendo un perro tan energético y alegre y tan fuerte y vigoroso; cuando comenzó a apaciguarse pensé que era porque con la edad estaría suavizando su carácter, pero nunca pensé que estuviera enfermo. Tan pronto como me di cuenta de que padecía algo me decían que tenía un cáncer extendido e inoperable. Tenía que haberme dado cuenta antes de que algo le pasaba pues había dejado de subir para saludar por las mañanas. Tenía que haber notado que estaba muy calmado por las tardes. Pensaba que era solo que se hizo mas mayor.
Han pasado dos meses y sigo sintiendo el derribo de mi alma. Durante semanas tuve que evitar contactos con gente porque me encontré llorando el la clase de yoga o incapaz de hablar en las conferencias del trabajo. Me despertaba pensando en si sería mejor sumergir mi cuchillo de cocina en mi estomago o tirarme de un puente. Claro que no puedo hacerlo porque Goku sigue aquí. Aun después de dos meses me siguen entrando ganas de llorar cuando pienso que mi pobre perriño solo tuvo ocho años, y que padecía dolor sin que me diera cuenta. Yo pensaba 12-15 años dado su ADN pero no ha sido así. Pensaba que era tan fuertísimo que una enfermedad semejante no podría pasarle. Recuerdo con tristeza la confusión de sus últimos momentos; la confianza plena al estar a mi lado de que nada malo le pasaría a pesar de estar en un veterinario extraño y sin Goku.
Sigo llorando cuando pienso en él. No está acaparando espacio en la cama, no viene a saludar y distraer cuando estoy con el ordenador, no ladra a los que andan delante de mi casa ni exige que le entretenga. El perro que me iba a salvaguardar del abismo de la esperada perdida de mi perro mayor (cinco años mayor que Nani) murió primero; dejándome sumergida en una tristeza sin fondo cayendo cada vez más profundamente.
Goku – el perro mayor – también está triste. Come menos y – a pesar de darle chuches de alto contenido calorífico a conciencia – ha perdido peso. Y no me malinterpretéis por favor; que a todo esto Goku me ha salvado la vida de manera absolutamente literal en más de una ocasión (mucha responsabilidad para los hombros de un Parsons). Goku es tan parte de mi como mi brazo pero es también tan perro mío que me deja tranquila si me levanto tarde y a menudo pasa de pasear. Pobrecillo Goku tiene 13 años, cataratas y artrosis; y el año pasado hubo que extraerle varios dientes que le causaban daño.
De manera muy egoísta pienso que he de rellenar el hueco que tengo. Ningún perro jamás será ni de lejos como mi NaniNanukNabu. Pero no sobreviviré sin quien me exija y me causa preocupación como lo hacía mi querido Nani. Mi Nani que ahora está en el alféizar interior de la ventana del dormitorio; al lado del gato Apolo. Aunque sé que después de esta vida no hay nada me gusta pensar que si lo hubiera Nani estaría corriendo y cazando a sus anchas por bellos prados y bosques.