Cinco observaciones de mi agosto en Madrid en 2024: un ensayo

Mientras padecía las secuelas de los 42ºC diarios – que durante un periodo interminable no dieron tregua – y muchas otras cosas incontables por no reseñables, me di cuenta de que la sociedad madrileña ha desarrollado unas excentricidades que antes desconocía.

Los viejos van de uniforme: No sé si hay una sociedad secreta que los con menos de 60 desconocen, o si es que hay algún proyecto secreto que hipnotice a ese demográfico, pero todos los viejos llevan (1) zapatillas medio deportivas medio ortopédicas con (2) pantalones huérfanos del resto de un traje (3) una camisa de botones y mangas cortas bien a cuadros o a rayas, pero con fondo claro y (4) una gorra de béisbol con palabras bordadas. Luego las mujeres de esa edad visten lo que sea siempre que venga de la tienda china de ropa del barrio o bien del híper.  Que no parezca que le costó más 20 euros la prenda sino se arriesga a la condenación de sus conocidas cuando se crucen.   A lo mejor es que hay una pareja trendsetter que estableció esta moda pero para mí es un misterio que nadie desmarcara del estilo aparte de los turistas.

Quejarse del calor es de paletos: aunque la temperatura a las 22:00 siguiera sin bajar de los 35ºC cualquier comentario sobre lo incómodo que era recibía miradas de incredulidad. Gente se extrañaba cuando declaraba no soportar el calor, o no poder aguantar esperando al bus, o explicaba que pasear a los perros tenía que hacerlo a medianoche para evitar que sufrieran. 

Calumniar es Gratis (las opiniones gilipollescas también): Todas las cadenas de televisión mantienen tertulias ¨noticieras¨ diarias en las que sale un sinfín de tertulianos profesionales que a veces son periodistas o políticos o abogados y a veces es una incógnita si tienen formación alguna.  En estos programas el tema de conversación jamás impide que nadie de una opinión desinformada o francamente ignorante pues la cosa va de seguir la línea sesgada del público de la cadena, hacer ruido e interrumpirse hasta que salgan los anuncios. Este hábito de decir lo que sea, aunque no se tenga ni puta idea de lo que se habla ya permea toda las sociedad hasta el punto de que extraños te pueden propinar sus opiniones sobre tu vida por la calle sin ningún detonante aviso o razón.  Por ejemplo: un día cruzando la calle con mi perro me llamó la atención un hombre para decirme que claro los perros son un sustituto de niños pero no crecen así que yo no sé lo que es realmente ser una madre…  Perpleja me quedé de que uno que jamás en la vida había visto me dijera tal cosa sin conocerme en absoluto de nada hasta la próxima opinión gratuita y la próxima hasta saber que si los holandeses tienen fama de groseros por directos los habitantes de Madrid hoy por hoy no tienen nada que envidiarles a los de países bajos.

Las sandalias son para putas y viejas que se creen veinteañeros: Vamos, que con el calor que hacía era llamativísimo que las únicas mujeres que llevaran sandalias bien eran de cincuenta para arriba, o bien eran féminas andando por la calle en poco más que un sujetador y mostrando las nalgas y acaso bragas a la vez.  A lo mejor la gente no tiene dinero para comprar calzado que solo les valga la mitad del año. A lo mejor el rechazo al calzado abierto es por el peligro que se corre al andar sobre los adoquines cada vez más comunes en el centro de Madrid. Supongo que la tasa de un centro más atractivo para el turismo es poner calles inseguros para gente que vaya sin una suela segura, y también que siempre habrá mujeres que sacrificarían su bienestar e integridad física para vestir lo que creen es moda.

Limpiar tu propia basura es de palurdos:  Porque todos los días todas las calles están llenas de botellas rotas, vómitos, envoltorios de comida rápida y multitud de otras basuras que permanecen a veces una semana entera hasta que pase la limpieza del ayuntamiento. En la puerta del edificio un tampón usado y un condón roto, en el Madrid rio cristales rotos y ropa suelta, en la casa de campo papel higiénico, etc. etc. etc.  Sin duda el ayuntamiento tendrá sus razones para quitar fondos de limpieza, pero los puercos que dejan atrás esa suciedad pensando que otra persona debería limpiar tras ellos no tienen perdón.  Me encontré añorando los años en que se lavaban las calles cada noche…  Menos mal se ha gastado tantísimo en poner esos adoquines en todas partes ya que su superficie irregular facilita el encrustamiento de porquerías para que los trabajadores tengan algo que hacer el día que les toque pasar.

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