3º, 6º, 9º e último

Fuiste el tercero que significó algo, el tercero que me rompió el corazón. Fuiste el sexto y noveno por orden físico y el último por lo que ya sabes, o por si sigues deseando creer que no lo sabes lo vuelvo a explicar. Como no me ha dado en absoluto tiempo a darle vueltas después de una semana rehén del bronquitis; ya que no tengo para nada una mente inquieta (y ésta con los efectos amplificados por la vuelta del putísimo silencio de antes de años exiliada) y también porque este tema me toca muy de lado ya habiendo transcurrido tantísimo tiempo, pues he decidido sacarlo por aquí. También porque sé que esto te sería demasiado embarazoso escucharlo de mi boca mientras te mirara. Escucha lo que quieras, interpreta como te dé la gana. Y no es para que te sientas incómodo sino simplemente para explicarte mi punto de vista ya que está claro que no lo concibes o no te encaja o quizás lo intuyes pero no quisieras pensarlo.

Que nuestras ideas de qué es el amor no coinciden no había que recalcarlo. El que digas que no me cuentas tu vida con tu amor por no querer que me sienta incómoda me revela que para ti sí que deberá ser difícil. Es como el bulo de que la gente cruza y vuelve a las vidas de los demás por el efecto mariposa – que poco tiene que ver cuando hablas con una persona a quien esquivaste a conciencia como de la peste negra cuando quisiste pero asimismo buscaste determinadamente en cuatro épocas distintas de la vida. ¿Y por qué esquivarla con tal vehemencia si no sentías ni querías nada? ¿O es que ella te parecía demasiada loca como para conversar razonablemente? Que yo de acosadores sé un rato laaargo y me parece que jamás te forcé a nada. Porque por tus cojones lo decidiste que eso te convenía – que nunca entenderé porque jamás te explicaste con coherencia a pesar de ser quasisuperdotado en hacer que se te comprenda – y en esto te pareces tanto a tantísimos viejos que por no examinar demasiado sus propias motivaciones exigen que las cosas sean como manden porque lo mandan y punto. Pero para nada me sorprende nada de esto a estas alturas. Ya supe hace años que elegiste a otra para todas esas cosas que decidiste no querías conmigo. No podré saber ni imaginar qué se ve en una persona que a mí me ha dado repetidas veces tan pésima impresión, pero acepto porque lo dices que es la amor de tu vida. Como si el hecho de que la convenciste – porque digas lo que digas sé que la tuviste que convencer – para que tuviera lo que en mí no soportabas imaginar no fuera ya suficiente prueba. Precisamente eso – que quisieras eso con ella tanto para convencerla – es todo lo que me hubiera hecho falta saber jamás. Pero también soy consciente que el roce de años hubiera hecho “cariño” por muy mal que te cayera al principio – que sé que no es el caso es sólo para aclarar.

La gracia es que pretendes obviar tantísimas cosas. No recordaras un día que te empeñabas en que te dijera que sí – que no eres nada pesado cuando te empeñas en algo – y te dije que si de veras querías casarte allí mismo hacíamos un pacto entre los dos. Y lo hicimos. O al menos yo lo hice. No lo hice ligeramente porque antes de conocerte otros ya me habían roto. Y tú me hiciste creer en algo que iba más allá de lo que había imaginado posible. Y como no lo había contemplado como posibilidad en mi vida al hacerlo lo hice de pleno. Y ahora te oigo soltar de manera impensado que uno sólo se casa una vez. Claro, eso pensaba yo. Y lo pienso. Yo sí sólo lo hice una vez y suficiente. Pero cómo no saberlo si te escribí cada uno de los 365 días seguidos por si acaso. Las tarjetas y cartas que luego me dijiste habías reglado por el pueblo porque te estorbaban. Que ahora me dices que no hiciste eso, cómo ibas a hacer eso. ¿Y yo que podría saber aparte de lo que me mostraras que era un desprecio infinito?

Y tampoco te acordaras del día que estuvimos en los lagos – viendo las libélulas – hablando de tu idea de vivir en algún lugar recóndito. Y me hace gracia el empeño que das en Facebook sobre las mujeres que entrenan y escalan ya que cuando yo lo hacía no te gustaba – pero aun así yo lo hacía en la medida de lo posible. Por cierto también salté de aviones, hice puenting, etc… en la medida de lo posible para una foránea en un mundo dominado por hippies y chulos reacios de la compañía de una que se aseaba demasiado y hablaba con claridad.

De gigantesca risa es que imaginaras que me había liado con otro(s) – que por cierto no supe hasta este año porque ni te dignaste en comentármelo entonces – después de haberme comprometido. ¿Sabías que fui la hazme reír de la facultad por serle fiel a uno que me confesó que había estado con otras? Creo que sí lo has oído aunque no de mí. Que es ese hecho sino una prueba más de donde está tu fidelidad.

Pero supongo que lo que más daño hizo – después de lo que ya no hay más que hablar porque sigue siendo cierto que sólo rozar pensar en ello me hunde – fuera que pensaras que no me conociera a mí misma lo suficiente como para saber bien lo que quería. Que pensaras saber mejor que yo misma lo que me convenía (en lo que de nuevo te pareces a los viejos que tienen razón porque lo dicen ellos). A lo mejor es precisamente porque las mujeres maduran antes que supe a los 25 lo que quería. A lo mejor porque había tragado ya muchos años de cosas que NO quería seguir soportando. El caso es que no tuve lo que quise ni quise lo que tuve después.

De hombres – que fueron muchos (pero muuuchos menos seguramente que la cifra de triple dígitos que imagino tu alcanzaste) – tampoco encontré de nuevo nada que se acercara a lo que quería. Y aquí la diferencia entre los conceptos de amor. No creo que el amor se decida y luego se sufra lo que sea porque así se decidió. Es una emoción un sentimiento una pasión – de las que no quieres hablar – que no soy capaz de fingir ni de forzar. De eso que dices que confundes qué es lo físico y qué es lo “puro”. Pero entonces me estás diciendo que piensas que sólo era sexo cuando hace poco te empeñabas en que no era sólo eso; sin embargo sí pienso que no es posible extirpar una cosa de la otra si el sentimiento es vero.

Y por eso te digo que eres pesado cuando quieras empujarme a buscar otro. El sonsonete de que he de buscar con quien calentar la cama. No cedí en su día por la fuerza de tu pesadez, sino porque quería. Sabiendo que tú has deseado otra más que lo que pudieras a mí no cambia lo que yo pudiera sentir. Además antes y después de ti he conocido jilipollas, sanguijuelas, acosadores, violadores, malnacidos, aprovechados y me harté. También muchos muchos tipos cargantes y que me aburrían, unos amigos que no convenían como pareja (porque para mí el simple roce NO hace “cariño”). Ninguno con quien mereciera la pena conversar abiertamente o de veras y con quien también meterme en líos inextricables. Ninguno con quien compartiera visión de vida. Para mi resulta que no fue un tópico de cine lo de enamorarse sólo una vez de veras. Y al haberlo destruido haber destrozado la misma idea.

Y todo esto ya te lo conté hace meses pero parece que no lo quisiste asimilar. Para mí las personas no son reemplazables. Hay mucha muchedumbre pero sólo algunos pocos excelentes, interesantes y atrayentes. Y de esos compatibles… Y no te lo digo porque no lo sepas pero para que entiendas que lo mismo que para ti no lo son tampoco lo son para mí. Crees que no soy capaz de comprenderlo pero es demuestra que me subestimas y subestimas el mismo verbo amar. O que no compartes la misma definición que yo.
Y por eso hace muchos años solté muchas ideas y dejé de desear muchas cosas en la vida. Porque la vida demoledora me demostró veces repetidas que nunca conseguiría nada de ello. Querer y desear no son iguales a conseguir ni consagrar. El cuento de las vibraciones y el optimismo para los ilusos que creen en misticismo, que soy atea y creo en los hechos y lo contrastable.

Y por eso mismo las cosas buenas que me puedan pasar son un regalo. Tendría que haber muerto a los 33, los 39, los 40… Porque la vida a diaria para mí es una monotonía solitaria sin fin que sólo se alivia en años recientes por montar y pasear al perro (que también te lo conté hace meses y no lo quisiste comprender o asimilar). Por eso te decía que sabía perfectamente que el día que se te cruzaran los cables sería apaga y vámonos y aun así mientras durara sería feliz y lo he sido. Y con la misma vehemencia que al principio me atosigabas a todas horas, ahora te has retirado. Amalaya entendieras cuan fracasada cruzada es la de empujarme hacía elprimeroquesemecruzara, pero para entenderlo tendrías que comprender que supe quién era yo y lo que quería ya hace más de media vida. A lo mejor ha sido al darte cuenta que tu campaña no tendrá éxito que esa incomodidad que sentías acrecentaba.

Y lo único que puedo decirte para que te tranquilices es que no esperaba nada de ti, no he esperado nada de ti en 15 años, ni esperaba volver a saber de ti antes de morir. ¿Qué iba a poder esperar de alguien que había sido capaz de tratarme de semejante manera? Que no es para reprochar sino porque si te pusieras alguna vez en mi lugar comprenderías perfectamente porque lo sentía y porque lo pensaba.

Ojalá pudieras estar en paz con todo esto y que siguiéramos disfrutando unos ratos – al menos para mí – felices. Ojalá no tuvieras que quedarte callado para tener la conciencia tranquila porque la incomunicación después de alivio breve es estruendosa. Y dirás que no, que simplemente has estado superhiperrequeteocupadííísimo, pero olvidas que de veras te conozco a pesar de no rozarte a diario.

Acariciar Manosear Palpar Tocar Besar Lamer Restregar Frotar Cosquillear Deslizar Manipular
Relacionarse Tratarse Verse

Lo que no sabía

Cuando mi marido me dejó había algo que los dos no sabíamos y que él aún no sabe y es que yo tampoco lo sabía en ese momento. Y es que hasta hoy jamás se lo he contado a nadie pero después de tres meses de empujones y golpes la bestia de mi corazón ha escapado de su jaula y se quita la mordaza.

Claro es que no me dejó de golpe sino que regresó algunas veces antes de decidir definitivamente que no me quería. El caso es que ya después de una de sus visitas se me habían cruzado los cables pensando que quería volver pero cuando pasé por la casa de sus padres no dio la cara y me hicieron saber que no debía reincidir. Me había dejado preñada, de lo que yo misma no me enteré hasta el día en que lo perdí, por lo visto impulsado por una enfermedad venérea que me pegó la última vez que me visitó. Quizás no fuera eso, sino simplemente la mala salud en general de una que no comía y no dormía pues estaba enloquecida por el desgarro. Pero aun sabiendo que por la cronología se había acostado con otra entremedias sentí la obligación de avisar para que no la siguiera pegando por allí. No le quisieron poner al teléfono y con tanta hostilidad me di por enterada ya que no, no me quería y no me aguantaban. Y ese invierno dejada de la mano de dios me hubiera muerto en la cama porque la desgana dejó que una faringitis se complicara. Si no fuera por un vecino fisgón que entró con una llave que le dieron mis padres para que me vigilara, ese vecino al que yo odiaba porque me había advertido pero no le quise hacer caso, habría estado en paz.

Pero el hecho es cuando lo perdí y el médico explicó lo que había perdido me di cuenta de otra cosa. El verano anterior después de semanas de nauseas mi marido me había obligado a beber un brebaje nefasto para que me bajara la regla diciendo que lo que me sentía mal era el retraso. Yo no me había enterado entonces, no hice las sumas y nunca habría cruzado por mi mente lo que hacía. En el momento me había parecido que su comportamiento era absurdo.  Me cogió los pelos y hecho atrás mi cabeza para que bebiera algo que entendía era para quitarme el dolor de estómago.  Mi padre era médico y tal era el descrédito a las medicinas alternativas que no se me ocurrió que un té fuera capaz de lo que era hasta que eché la vista atrás.  O no lo quise creer porque cuando me salió un coagulo inmenso él dijo “eso es que está completo” y nunca se volvió a hablar. Recuerdo mirarle con la cara de confusión sin entender y que se dio la vuelta. Sería de pocas semanas pero se ve que él llevaba el calendario mejor que yo. Fue cuando me pasó la segunda vez que me enteré por completo de lo que me había pasado la primera.

Y aun así yo le quería porque yo sí que creía siempre que era en el fondo una persona buena pero que cometía errores y estupideces porque los seres humanos son complejos. Y un día de estrella fugaz que me lo encontré no le conté nada porque si lo hiciera pensaría que le hacía chantaje emocional. Y otro año que volvió a rondarme no se lo conté porque quería que me eligiera a mí y que no distorsionara su juicio cualquier sensación de lástima.  El caso es que él no quiso nunca que yo fuera ni la madre de sus hijos ni nada suyo. Pero para mí él era el único contemplable para muchas cosas. ¿Y ahora después de tanto tiempo para qué contarlo? Porque para mí como si hubiera sido ayer ya que jamás lo supo nadie más que algún ginecólogo y para no sufrirlo lo enterré a mucha profundidad. Puede que me impactan las hormonas de la edad no lo sé. A lo mejor precisamente porque al ver las fotos de los que no quiso que yo tuviera; pienso que es hora de resolver. A lo mejor porque no creo justo que se me acuse siempre de hipersensibilidad o de reacciones desmesuradas ya que la gente no sabe lo que hay por detrás. A lo mejor porque dice que ha logrado esa felicidad que no quiso conmigo.  Me recalca que para ellos siente algo que para mí jamás y aunque quisiera arrancar cualquier sentimiento positivo no es posible porque al sentir una parte lo siento todo y desborda tanto lo bueno como lo malo.  Un lazo fuerte del que renegó.

Deja de Volverme Loca

Me has vuelto a abrir la brecha que había apaciguado con años de distancia y omisión. Una herida que desgarró mi corazón hasta el punto que yo – atea desde los 11 años – fui a Lourdes para que me quitara el vacío que impedía que fuera capaz de sentir cualquier otra cosa aparte de ese agujero negro de desolación. El reencuentro ha servido para doblar el tiempo y que me sienta igual que el día después de que me dejaras.

A lo mejor si fuera capaz de creer que la tristeza que veo en tus ojos es sólo por el sentido de la culpabilidad podría razonarlo. Pero habiéndote pedido ya que seas consciente de lo que me haces sigues adelante por lo que la culpabilidad no puede ser el fondo de esos ojos apenados. Pensé que quitándote del WhatsApp reduciría las instancias de contacto pero ahora con el teléfono del trabajo tus mensajes me aparecen a todas horas a lo largo de todos los días. Me cuentas sin cesar cualquier cosa pero no me cuentas nada. Me comentas me piensas me contactas me corriges. Porque simpre me decías y me dices lo inteligente que soy pero tú siempre has de tener la razón en todo. Intento dejar la conversación pero es superior a mí. Al rato me vuelves a lanzar avances de lo que haces y pienso que rodeado de gente puede que estés tan aislado como yo en el exilio. Volví atrás para releer y fijar si malinterpreto. Vi que de 100 mensajes recientes 10 empiezan con “ji ji ji” y otros 60 con “ja ja ja” y los restantes me confirman que todo te va estupendamente cuando no me dicen que soy demasiada suspicaz. Pero a la vez me cuentas que vives en la obligación que yo no quise imponerte, pues quería que eligieras libremente. Y ¿será que el señor protesta demasiado y que la risa escrita es un tic de muchos años de guardar en lo más hondo los sentimientos auténticos e indiscutibles? Cosa que yo aprendí hacer de joven rodeada por gente siniestra, pero que nunca pude ejercer contigo.

Y pienso que esto se podría zanjar si me contaras porqué me dejaste de querer, para que me cale de una vez por todas. La última vez que me dijiste me querías estabas llorando de rodillas para que no te dejara un solo día solo. Jilipollas de mi pensé que un sentimiento tal aguantaría unos pocos meses de separación – ya ves lo que perdura en mi – pero al poco tiempo estabas con otra y a lo mejor es simplemente que no sabes estar asolas aunque lo sientas. Y también me cuentas que el sueño que hablamos tumbados juntos lo has vivido con otra aunque poco te duró. Pero el caso es que me sigues contando y me sigues contactando y filtrando por la lógica hay exclusivamente dos posibles explicaciones y me dices que he de creer que de veras no eres cruel por lo que me queda la otra. Pero no te das cuenta de que después de tantos años de solitaria me veo capaz de muchas cosas que antaño no hubiera contemplado y necesito algo en el tiempo presente. Así que dímelo el porque me dejaste de querer, que si fuera solo por el tiempo y ausencia ya bien sabes que eso si lo elegiste tu libremente y eres igualmente capaz ahora de cambiar lo que quieras aunque yo no tenga que ver.

¡Y DALE!

Cumbres Borrascosas (Wuthering Heights)

Los Jóvenes Caníbales (All the Fine Young Cannibals)

Esplendor en la Hierba  (Splendour in the Grass)

Propiedad Condenada (This Property is Condemned)

Washington Square (al menos un título que hubo que traducir al ser un lugar propio)

Estas son las historias que marcaron mi magín sobre el amor y lo que perdura de él. Historias de emociones que no mueren jamás debido a su carácter intrínseco.  Emociones que se funden en al ADN en reacción al perfume combinado con la chispa exhalada por el objeto de pasión. 

Me dice que sí creo haberlo pasado mal que él también sufrió cuando salía con mi sustituta, que ella le devastó.  No me consuela porque quisiera haber sido yo quien le había importado tanto como para hacerle sufrir.  Ojalá poseyera el poder de Heathcliff para suscitar en él un hondo pesar por lo que quemó.  Tal vez si tuviera el magnetismo de Bixby mi Salome se arrepentiría a diario por lo que desechó cuando especulaba con cosas y estatus por encima de la alegría.  Pero no, en esta historia me toca el papel de la infortunada Alva, que tanto quiso cambiar sus circunstancias sólo para que cada uno de su entorno le pusiera trabas al no concordar con sus intereses.

Durante años quise pensar que podría haber sido manipulado o traicionado por malos consejos pero por lo que me dice ahora ¿he de entender que me hizo el desplante por mi propio bien?  Me viene a la mente como me dijo – cuando aún tenía ilusión – que si me creía que éramos Antonio y Melanie.  Allí mismo debí darme cuenta de la inutilidad de sentir algo por alguien que me encasillaba en caricaturas de prensa rosa.  En un susurro pequeño y ronco ahora me pregunta por qué no me volví allá si podría tener una vida fácil.  No sé quién le diría que la vida es fácil en algún lugar lejano – supongo que como el país de nunca jamás.  Es lo que es y las luchas que tuve en mí ciudad serían quizás de otro color pero no mayores dado el cambio de rumbo que quise dar.  Que pensó que me iría de mi propio país al encontrarme sin novio en el lugar donde luché para llegar durante diez años…  ya que mi familia pensaba que volver a España era dar un paso atrás.  No obstante me siguieron a casa en cuanto llegó su jubilación y así sus protestas desvanecieron en el momento que volvieron a andar por las calles de Madrid.  De todos modos, será un cliché pero no por eso incierto, que no se sabe lo que sufre otra persona sin vivir su misma situación.

Por eso mismo sé que no se puede saber nunca lo que uno piensa si no te lo dice y aun así dudo de lo que me dice.  Me pregunta ahora en esa misma voz de niño que pide algo que mucho desea pero casi ni se atreve a pedir, que si de veras quería estar en Madrid porqué me fui.  Supongo que no habrá visto las noticias de los últimos años pues fuimos 550mil o más los que tuvimos que marcharnos para no morir de asco y hambre o dependiendo para toda la vida de nuestros padres.  Se me ocurre que puede haber pensado que me fuí al enterarme de los detalles de su vida; cosa que evité pues era más fácil respirar si no me lo encontraba.  Por eso dejé de ir por los lugares posiblemente compartidos y ahora me entero que él tampoco los frecuentaba, aunque no sé si por un motivo similar.  Al mencionar uno con quién me encontré alguna vez veo en su cara un dolor que no entiendo ya que la lógica me dice que la única forma de encajarlo es creyendo que no me quiere imaginar siquiera tomando una copa con otro.  Él que me dejó a mí y siguió su vida con una lista por lo visto extensa de mujeres que creería en sus momentos eran su solución.

Pero ahora me deja planchada cuando de repente lanza una cadena hecha por eslabones de “fui jilipollas”;  terminado con un colgante de que me esperó hasta los 31 años.  Estremecida porque me dejó el a mí y no al revés, y siempre supo donde vivía y cómo contactarme si me hubiese querido encontrar pero sólo me buscaba cuando estaba con otras.  No me vino estando libre por mucho que proteste que acabaran de compañera de piso.  Ahora también esta con otra aunque por mucho que le preguntara sobre su vida familiar no la haya mencionado ni nombrado ni siquiera aludido a su posible existencia.  En todas las comunicaciones habla como un soltero.  Ninguno de mis amigos ni mis compañeros casados (que son casi todos ellos) son capaces de hablar de su vida en familia sin hacerlo en plural o halagar su media naranja.  Aun los divorciados hablan de la madre de sus hijos pero este sólo reacciona cuando le pido me enseñe su foto de familia.  Entonces quita algo de la cartera para que no lo vea, antes de pasármela con sus cuadritos de fotomatón metidos debajo de una rejilla.  ¿Habrá sacado la foto de boda?  ¿Con qué fin?  

Mejor no especular ya, pues termina volviendo a esconderse en las monomanías justo antes de proponer que sea una amiguita para charlas.  Aunque nunca fui antes su amiga se ve que los años le han descerebrado si cree que podría hacerlo.  Supongo que esto es fruto de la idea de que yo soy “buena persona”.  No es la primera vez que me digan eso de buena persona.  Repatea que me llamen buena persona porque parece ser el antecedente necesario para que se sientan libres de pisotear la esencia de una. 

No sé porqué lo habré hecho otra vez.  Bueno; sí lo sé.  Me decía que quería hablar de lo que no habíamos hablado.  No soy masoquista para nada.  Supongo que la lluvia de mensajitos me convenció que se quería sincerar o de veras tenía algo que me quería comunicar.  Ya veis que la conversación no fue nada clara así que tampoco lo sabré nunca a ciencia cierta.  Habiendo pasado una semana con el teléfono en silencio ya al menos puedo pensar.  Menos mal pues algunas amigas mías se han divorciado por menos y no quiero ser yo la excusa sino he de ser la razón.

Me preguntas por qué no tuve hijos

Me preguntas por qué no tuve hijos; a mi edad que necesariamente habrás calculado que ya no es una posibilidad. Ahí la pregunta soltada de talente impensado pero obviamente calculado. Después de veinte años no creo que quieras saberlo de verdad y quisiera aprovechar los minutos ya que seguramente serán veinte años más antes de que te vuelva a ver. Largo una excusa endeble y asientas, confirmando que este encuentro ha sido un error. No sé porqué me habré torturado de esta manera y empiezo a contar atrás los minutos que faltan para que te vayas.

Porque fuiste capaz de dejarme llorando desplomada en la acera de recoletos a las dos de la tarde un día soleado mientras pasaban los turistas para entrar en el Prado. Porque al volver al trabajo después de cotillear lo suyo me mandaron a casa y en el autobús de vuelta fui el espectáculo del día para las marujas volviendo de la compra. Porque el vacío que sentí cuando semanas más tarde dejé de llorar – porque vino mi padre para sacarme de la cama y me obligó a acompañarle a todos lados pues temía dejarme sola – era tal que nunca más logré llenarlo con nada. Porque después de meses cuando empezaba a parecer una persona normal e iba y venía sin vigilancia volviste para echar sal en la llaga. Estando dentro de mí hundiste en mi corazón una navaja de hielo preguntándome si fingía. Y con eso supe que no merecía la pena buscar ni querer nada pues si al que le había entregado todo lo que era lo apreciara o entendiera tan poco para qué volver a intentarlo. Para remate pasado unos años me buscaste para tratarme como manceba cuando te cansabas de la mujer por la que me dejaste, pero al menos ese día tuve la cordura de no dejarte hacer. Porque tú elegiste compartir tu vida con otra persona y compartir los años con alguien ajena a cualquier cosa yo te hubiese ofrecido.

Porque no volví a encontrarle atractivo en nadie mas más allá de lo físico y después de un tiempo eso también dejé de encontrarlo pues sus mentes no me decían en absoluto nada. Me cansaba descubrir sus ideologías podridas y tener que despejar repetidamente todos los prejuicios típicos de estrechez de miras. No es que no confiara, sino me di cuenta que no quisiera contarles nada. No me trataban con tu mezquindad pero no valían el esfuerzo. Y así me quedé sola ni siquiera en Madrid sino en un país completamente extranjero muriéndome de hambre y trabajando una media de ochenta horas semanales para llegar al fin de mes y entonces ya; aunque hubiera vuelto a tener interés no habría sido jamás posible. Cuando los británicos me preguntan cómo es posible que una persona como yo nunca se haya casado les digo que fui dejada en el mismísimo altar con 25 años y con eso se callan; pues en su cultura es inimaginable tal crueldad hasta el punto que lo consideran algo de películas que no pasa en la vida real.

Y pasan cincuenta minutos y para despedirnos me abrazas pero perfectamente sé que nunca me quisiste y poco te importé ya que pasaste el rato soltándome comentarios que revelaron no me habías escuchado nunca. Uno de muchos que nunca destrabó las monomanías, por lo que no me arrepiento de ahorrarme la explicación pues no la habrías oído.